Canales clandestinos
Ante las acusaciones del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández,
el intendente de Arrecifes, Daniel Bolinaga, y otros funcionarios que responsabilizaron
al sector agropecuario por las consecuencias nefastas de las precipitaciones en
la provincia de Buenos Aires, la Asociación Argentina de Productores de
Siembra, se defendió de las acusaciones diciendo: “No tienen idea”, “Es uno de los mitos más
comunes”.
Desde la Asociación, aseguraron en un comunicado de prensa
que fue difundido el miércoles, “Es uno de los mitos más comunes”, “Ante
situaciones de altas precipitaciones, el suelo actúa como un silo de agua, el
cual, una vez completo, no tiene posibilidad de absorber más agua, dado que su
sistema poroso se encuentra saturado. Una vez recargados los perfiles de suelo,
todo exceso hídrico tiene que evacuarse por otras vías”, explicaron los
ruralistas.
Luján BUENOS AIRES
Las causas del drama: existen más de 120 canales
clandestinos en Luján
Distintos especialistas atribuyeron las inundaciones en la
ciudad de Luján a las abundantes precipitaciones, pero también a los canales
clandestinos en los campos agrícolas y la proliferación de barrios cerrados
construidos sobre humedales. "Es un combo dramático que da como resultado
ciudades inundadas", destacaron.
Enrique Viale, abogado ambientalista, aseguró que "no
es una cuestión de realizar más obras, sino de volver a los ciclos naturales.
Es decir, a la solución que había dado la naturaleza que eran los humedales,
sobre las cuales se están construyendo ahora los barrios cerrados. Hay que
analizar el ordenamiento territorial".
Andrés Duhour, Ingeniero agrónomo e integrantes del
Movimiento Patria Grande, denunció que existen canales clandestinos para
"evacuar el agua de los campos y todo ese caudal va a parar a la cuenca
del Río Luján".
Por su parte, Antonio Graglia, de Asamblea Inundados -
Luján, contó que "tienen registrados más de 100 canales clandestinos
registrados" que "sin dudas influyen mucho en la inundación".
¿Por qué nos inundamos? Mitos y verdades sobre la siembra directa
Las consecuencias de los excedentes de agua que hoy vivimos
vuelven a alertarnos sobre el uso y cuidado del suelo. ¿Qué pasa con nuestros
suelos? La Siembra Directa ayuda a prevenir las inundaciones, no es la
responsable.
La Siembra Directa es la práctica de cultivar la tierra sin
ararla previamente y con la presencia de una cobertura permanente del suelo.
DERRIBANDO MITOS Y ACLARANDO DUDAS
Esta es una de las mayores preocupaciones que Aapresid
(Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa) intenta poner en
primer plano, al punto que el último Congreso realizado la semana pasada en
Rosario “Biosapiens, la Era del Suelo” puso el eje en las buenas prácticas
agrícolas como premisa fundamental para una agricultura que preserva los
recursos naturales y que puede ayudar a evitar los problemas que sufrimos en
estos días.
La Siembra Directa es la técnica que dio origen a esta
institución y que revolucionó el campo y la agroindustria en el país. La
aplicación de este método ayuda a prevenir inundaciones. ¿Por qué?
María Beatriz “Pilu” Giraudo, presidenta de Aapresid, explica
que este método ayuda a evitar escurrimientos de agua e inundaciones. Este
sistema que no remueve el suelo y lo mantiene cubierto con residuos de la
cosecha anterior mejora las condiciones para amortiguar la caída de la lluvia y
“hace que el suelo se convierta en una esponja que absorbe y guarda el agua de
lluvia”.
Según el Ing. David Roggero, directivo y miembro de la
Regional Laboulaye “este sistema permite un mejor y más rápido movimiento del
agua y el aire a través de los poros del suelo. Al no mover la tierra, los
poros son más grandes y estables que en la agricultura tradicional.”
El Ing. José Luis Tedesco,
miembro de la Regional Aapresid Chacabuco explica que “la aplicación de
la Siembra Directa en el tiempo, fomenta la creación de pequeños canales
internos en el suelo por acción de
insectos, lombrices, raíces y raicillas formando una especie de “túneles”
que permiten la absorción, inflitración y almacenaje del agua de
lluvia”.
Por ende, una duda que suele aparecer queda aclarada. La
siembra directa NO es un factor que provoque inundaciones, sino por el
contrario contribuye a que esto no suceda.
Los suelos desnudos (sin cobertura) y desmenuzados por el
efecto de las labranzas (de la antigua agricultura) son los que se
impermeabilizan apenas comienza la lluvia, acumulan agua en superficie y
comienzan a escurrir perdiendo agua y suelo.
Siembra directa vs labranza tradicional
BUSCANDO SOLUCIONES
Roggero aclara que la técnica disminuye la probabilidad de
que ocurran, pero no es por sí sola la solución definitiva.
“Pilu” Giraudo advierte que “la capacidad de cada suelo
tiene un límite”. Por tal motivo, es fundamental contar con obras para el
manejo de los excedentes de agua que deben ser planificados a nivel de cuenca y
construidos desde el lugar más bajo (que recibe agua) hacia el más alto (que
vuelca agua).
Es decir las decisiones políticas firmes para llevar a cabo
las obras antes de que lleguen los desastres. En general son obras interprovinciales.
Atender a las alteraciones de las cuencas, planificación
urbana ante las edificaciones, control de canales, obras de dragado adecuado,
etc. El Ordenamiento Territorial es clave para esta planificación anticipada.
El Ing. Leandro Ventroni, del sistema Chacras de Aapresid,
explica que el problema es Agro-Hidrológico y se deben plantear soluciones
integrando medidas que contemplen
infraestructura básica (mantenimiento y mejora de caminos, mantenimiento de
vías férreas y protección de ciudades y pueblos); infraestructura hidráulica
(canales de drenajes primarios y secundarios, sumados a obras de almacenamiento
y regulación de excedentes en bajos naturales y lagunas); sumado a medidas de
manejo de suelos y cultivos.
Es necesario que el estado provincial posea un Ordenamiento
Territorial que permita utilizarlo de NORMA para la producción agropecuaria.
“El desafío está en el DIALOGO, CONSENSO, SINCERAMIENTO y
SEPARAR las intenciones individuales de las posibles soluciones” concluye
Ventroni.
HACIA EL FONDO DEL PROBLEMA. LOS POSIBLES FACTORES
Tedesco, de Aapresid Chacabuco, contextualiza la
problemática. El actual modelo productivo con la aplicación de Derechos de
Exportación, que comenzó luego de la crisis de 2001 y se profundizó con la
aplicación de alícuotas de ese impuesto cada vez más elevadas, hasta llegar a
los actuales 35% para la soja, 32% para el girasol, 23 % para el trigo y 20 %
para el maíz, sumado a la aplicación de ROE's (Registro de Operaciones de
Exportación) que limitan las exportaciones de trigo y maíz, dejaron como única
alternativa viable el cultivo de soja. Así durante la campaña 2014/15 en
Argentina este cultivo ocupó más
de 20 millones de
hectáreas.
“Recordemos que el problema no es la soja, sino que exista
su monocultivo; es decir, que se realice año tras año este cultivo de manera
prácticamente única”, aclara Tedesco.
Las abundantes precipitaciones que sufrimos en este
contexto nos empujan
a un “desastre
productivo, ambiental y
agroecológico” con un doble daño y que en parte se podría evitar. Por un lado, el desaprovechamiento de toda esa agua que
podría haberse transformado previamente en producción, y por el
otro, el efecto negativo directo de estos desbordes sobre
las poblaciones y cultivos, con pérdidas directas
irrecuperables.
“Pilu” Giraudo, también señala como variable que potencia
este problema a las políticas públicas desacertadas de los últimos años que
favorecieron al monocultivo sojero en detrimento de otros cultivos. “La soja
consume aproximadamente 600 mm de agua en todo su ciclo, por lo tanto, mucho
menos de lo que llueve durante todo el año en la mayoría de los lugares que se
siembra”.
“Los productores lo venimos advirtiendo desde hace mucho
tiempo, por ejemplo, hemos pedido que se destraben las intervenciones que
impiden que sembremos trigo, para poder consumir más agua y tener suelos más
productivos”. Además de ser el trigo un cultivo básico para la alimentación.
Y otro factor desencadenante de inundaciones que destaca
Giraudo son los ciclos climáticos que se repiten a lo largo de los años,
acentuados últimamente por los efectos del cambio climático. “Lamentablemente
esta adversidad que presenta la naturaleza se profundiza por la falta de obras
hidráulicas apropiadas (realizadas con planificación anticipada y/o haciendo
mantenimiento)”.
¿QUÉ ES LA SIEMBRA DIRECTA?
La Siembra Directa es la práctica de cultivar la tierra sin
ararla previamente y con la presencia de una cobertura permanente del suelo,
vía cultivos y rastrojos de cultivos anteriores.
“Es una herramienta que cambió miles de años de historia de
cómo hacer agricultura”, destaca Giraudo. Y detalla cómo la siembra directa
cambió el paradigma de la Agricultura. Antes se hacían labores con maquinaria
que año tras año deterioraban los suelos y cuando llovía, los impermeabilizaba.
Con la Siembra Directa se deja al suelo cubierto con
residuos de los cultivos, luego pasa una sembradora que hace dos líneas: una
línea que permite dejar a la semilla en contacto con el suelo y otra lateral
para dejar los nutrientes que necesita ese cultivo. Esta “cobertura” protege al
suelo de la lluvia, de los vientos, de temperaturas extremas, etc. Estos
residuos alimentan el suelo a medida que son descompuestos por los
microrganismos. “Se copia a la dinámica de la naturaleza”, resume la presidente
de Aapresid.
Sus beneficios
Con la cobertura que protege el suelo se amortigua la caída
de agua de lluvia, se puede absorber más, almacenar en el suelo y cederla a los
cultivos cuando la necesitan. Así el suelo se hace más permeable. Al no
alterarlo con las labranzas, se mantienen los canales y poros que hacen las
raíces y microvida en el suelo. Así se favorece no solo absorción, almacenaje y
movimiento de agua sino también de aire.
Esto promueve que los microorganismos vayan descomponiendo los restos de cultivo
(Rastrojos) y raíces que mejoran la fertilidad del suelo.
La Siembra Directa acompañada de un conjunto de Buenas
Prácticas Agrícolas, permite producir sin degradar el suelo, mejorando sus
condiciones físicas, químicas y biológicas. Además logra hacer un uso más
eficiente del agua. Así, la Siembra Directa logra niveles productivos altos en
armonía con el ambiente.
La Siembra Directa lidera un paquete tecnológico que
conforman las Buenas Prácticas Agrícolas (No remoción y cobertura de suelos,
rotación y/o alternancia de cultivos, reposición de nutrientes, manejo
integrado de plagas, malezas y enfermedades, uso responsable de fitosanitarios)
que, mantenidos juntos en el tiempo garantizan la producción de alimentos y
energías, cuidando el suelo, el agua, el aire y la salud humana promoviendo la
biodiversidad.
También la agricultura en siembra directa es una
herramienta fundamental para combatir el calentamiento global (responsable del
cambio climático) porque reduce las emisiones de gases nocivos para la
atmósfera por menor uso de maquinaria (o sea de combustible de origen
fósil).
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