INTERNACIONAL
Funeral al más puro estilo «El Padrino» para un capo mafioso en Roma
Parecían escenas de una película, pero eran reales: el
féretro, en una carroza tirada por seis caballos y con pétalos de rosa lanzados
por un helicóptero
El padrino en Roma. Parecía una película, pero no: eran los
funerales en estilo «Padrino» para un capo mafioso romano, Vittorio Casamonica,
65 años. Una lujosa carroza antigua tirada por seis caballos con penachos y una
orquesta entonando la música de «El Padrino» ha acompañado el féretro de
Casamonica a la iglesia de San Juan Bosco de Roma, donde se ha celebrado el
funeral. En los muros de la iglesia se ha desplegado un gran cartel con este
escrito: «Has conquistado Roma, ahora conquistarás el paraíso». A su lado, en
una gran pancarta se leía «Rey de Roma», con un fotomontaje en el que aparecía
el Coliseo y la plaza de San Pedro con la imagen de Casamonica vestido de
blanco, como un papa, con un crucifijo en el pecho. Tras el funeral, marcado
por la pompa, un helicóptero ha lanzado pétalos de rosa, mientras el féretro
era transportado por un Rolls-Royce y se escuchaba la banda sonora de otra
célebre película: «2001 odisea en el espacio», entre las lágrimas de muchas
mujeres, la mayoría vestidas de luto. Tal ritual tiene una explicación: los
jefes mafiosos no son hombres como los demás; se sienten elegidos por Dios y
deben vivir eternamente, para ser recordados siempre por las futuras
generaciones del clan.
Vittorio Casamonica era un capo del homónimo clan criminal,
compuesto por nómadas, que se estableció en Roma en los años 70, extendiéndose
por sus alrededores, haciéndose fuerte en el tráfico de droga, la extorsión, la
usura y la prostitución, acumulando un patrimonio de cientos de millones de
euros.
Toda Italia descubrió este jueves al clan Casamonica, para
vergüenza de Roma, porque se demostró que la mafia campa a sus anchas en la
Ciudad Eterna. Para más inri, hasta la policía municipal contribuyó a la
escandalosa ceremonia, abriendo paso al cortejo fúnebre por algunas calles de
la capital italiana en el popular barrio del Tuscolano, donde reinan los
Casamonica. Ni siquiera en Corleone, cuna de importantes jefes mafiosos y de
Vito Corleone, el personaje ficticio de la novela «El Padrino» de Mario Puzo,
la Cosa Nostra se hubiera atrevido en el siglo pasado a tal despliegue de
prepotencia. De hecho, en Sicilia se han prohibido los funerales «espectáculo»,
para evitar el bochorno de Roma.
Ante las inéditas escenas en la capital de Italia, el
embarazo ha sido enorme para la delegación del Gobierno y de la propia Curia.
Se ha creado así un gran escándalo eclesiástico-político, con protestas a la
Curia y con una interrogación parlamentaria al ministro del Interior, Angelino
Alfano, quien ha mostrado su ira e indignación. El alcalde de Roma, Ignazio
Marino, no salía de su asombro: «Es intolerable que los funerales sean
instrumentados por los vivos para enviar mensajes mafiosos», manifestó. Todas
las fuerzas políticas han mostrado su indignación por la «ostentación del poder
mafioso» en la Ciudad Eterna y se preguntan por qué no se prohibieron los
funerales de Casamonica. La respuesta del delegado del gobierno, Franco
Gabrieli, ha sido que no sabía nada y que se abrirá una investigación para que
paguen los responsables.
Hace meses, decenas de personas, incluyendo empresarios y
políticos de derecha y de izquierda, fueron detenidas en Roma en una amplia
operación denominada «Mafia Capital». El funeral de Casamonica confirma hasta
qué punto la actividad criminal y mafiosa está radicada en la ciudad. El
jueves, con las escenas que parecían sacadas de una película, pero que sucedían
en las calles de un popular barrio al sudeste de la capital, con numerosa gente
que da el último saludo al «Rey de Roma», la mafia no solo hizo ostentación de
su poderío, sino que además hizo apología de la criminalidad. El Ayuntamiento
dice que la ciudad ha sido «ofendida» con tal espectáculo. La realidad es que
se ha dado una terrible imagen de Roma. Una vergüenza.
Jean-Marie Le Pen, a Marine: «Es sucio matar a tu papá»
El fundador del Frente Nacional, del que ha sido expulsado
aunque recurrirá la decisión, acusa a su hija de «haber multiplicado sus
provocaciones, fragilizando la línea y estrategia del partido»
Jean-Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional
Tras tres horas de debates muy agrios y dos horas de
bizantinas reflexiones, el buró ejecutivo del Frente Nacional (FN, extrema
derecha) decidió este jueves «excluir» a Jean-Marie Le Pen, de 86 años, como
miembro del partido que él fundó en 1972. La dirección de la formación,
presidida por Marine Le Pen (hija de Jean-Marie), reprocha al patriarca
fundador haber «multiplicado sus provocaciones, fragilizando la línea y
estrategia del partido».
Pero «exclusión» no significa administrativamente
«expulsión». Formalmente, Jean-Marie Le Pen puede seguir siendo «presidente de
honor». Jurídicamente, Le Pen padre ha ganado varias batallas a su hija. La
guerra entre ambos estalló abiertamente el 2 de abril de este mismo año, cuando
el patriarca se «desmadró» agresivamente con unas declaraciones violentísimas
al semanario ultra «Rivarol» y la cadena de información permanente BFMTV.
«Es sucio matar a tu papá, aunque ella no lo ha hecho
directamente, ha hecho que sean otros quienes le maten» pero, ha insistido, ha
sido la propia Marine «quien ha tomado esta decisión». Pese a todo, el fundador
del Frente Nacional, que ha dicho ser víctima de un «asesinato», ha indicado
que se toma «las cosas con filosofía» porque «tarde o temprano, la justicia
actuará».
Le Pen padre confirmó entonces que, a su modo de ver, las
cámaras de gas de los campos de concentración nazis, donde fueron gaseados
millones de judíos, «solo fueron» un mero «detalle» de la historia de la
Segunda Guerra Mundial. El patriarca fundador del FN arremetió de manera
despectiva contra los «orígenes españoles» de Manuel Valls, primer ministro
(nacido en Barcelona, hijo de un gran pintor, Xavier Valls). Y lanzó todo tipo
de pullas contra los nuevos dirigentes de su propio partido, que el semanario
«Rivarol» ha calificado de «gay friendly», para intentar descalificar
políticamente a varios homosexuales que ocupan los más altos cargos en la
jerarquía del FN.
Marine Le Pen respondió declarando que su padre se había
«suicidado políticamente». Siguieron semanas de enfrentamientos cruzados. El 4
de mayo siguiente, la dirección del FN decidió «suspender» de militancia a
Jean-Marie Le Pen, que denunció una «felonía», añadiendo: «Marine Le Pen no
merece llevar mi apellido».
Siguió una inconclusa guerra judicial. El 2 de julio pasado,
el Tribunal de Nanterre anuló la suspensión de la militancia del presidente de
honor del FN. Una semana más tarde, la justicia invalidó la convocatoria de un
congreso excepcional del FN, convocado por Marine Le Pen para suprimir la
función de presidente de honor, ejercida por su padre. Semanas más tarde, el
Tribunal de apelación de Versalles confirmó la suspensión del congreso previsto
por Marine Le Pen.
Tras la triple victoria judicial de Jean-Marie Le Pen,
Marine lanzó otra maniobra: convocar a su propio padre ante el buró ejecutivo
del FN, para anunciarle su posible «exclusión», finalmente consumada este
jueves. Se trata de una nueva filigrana verbal envenenada.
En términos prácticos, el término «exclusión» es una
expulsión pura y simple. Pero, jurídicamente, el buró político del FN,
controlado por Marine Le Pen, decidió entre la tarde y la noche del jueves una
fórmula menos dura, para intentar evitar una nueva guerra de usura jurídica.
El bizantinismo verbal del buró político del FN contrasta
con el lenguaje muy crudo que Jean-Marie Le Pen, su hija Marine y sus
respectivos amigos políticos, utilizan diariamente desde hace meses, en
privado. «Mi padre me está jodiendo…», ha repetido Marine Le Pen en muchas
ocasiones «en privado». «El viejo chochea y nos está jodiendo la vida», han
repetido en muchas ocasiones varios dirigentes del FN.
El viejo patriarca ultraderechista, por su parte, no se ha
privado de insultar a su propia hija de muy mala manera, hasta considerarla
«indigna» de su propio apellido, haciendo «chistes» de la más baja estofa por
haberse rodeado de dirigentes homosexuales, criticados en términos homófonos
por las revistas ultra reaccionarias que apoyan a Jean-Marie Le Pen en su
guerra sin cuartel contra su propia hija.
Excluido del partido que hoy votan el 30% de los obreros
franceses, Jean-Marie Le Pen no se da por vencido. Y está dispuesto a prolongar
indefinidamente su guerra de posiciones contra su hija y la dirección del FN.
Le Pen padre piensa continuar su «combate» en varios frentes. Denunciando la
traición y «villanía» de su hija. Haciendo campaña contra el «recentraje» de un
FN que él convirtió en tercer o cuarto partido de Francia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario